Risas & aplausos y orines.

Poco más de 2 años han pasado de haber sentido por primera vez la sensación de las risas ajenas, tener algo en la cabeza, escribirlo, soltarlo arriba de un escenario y generar risas.

8 de noviembre del 2020 fecha en la cual me aventé unas 7 idas al baño express, fumé como loco y me subí por primera vez a un escenario para hacer algo que me cambio la vida; no se si para siempre pero la cambio, el nervio que tenía ese día en la caja popular era incomparable a cualquier otra cosa que hubiese sentido y es que en esa catedral cómica mexicana existe una pared plagada con fotos, fotos de los primeros comediantes de stand up en México, símbolos de la escena cómica en México, instituciones que han ido revolucionando poco a poco la comedia mexicana; y que tamaño de bolas tuve para pararme ahí, sin una idea clara de cómo hacer reír, con la confianza que caracteriza a un estúpido y con el apoyo de la gente que me quiere, y no me arrepiento de ni madres, es más, si tuviera que empezar de nuevo lo haría una y otra vez, por que no existe una sensación más real que la de subirse a un escenario a querer hacer reír a alguien, alguien que no conoces y no sabes qué ha vivido en su vida, si tuvo mucho estrés en el trabajo, si alguien lo hizo enojar, si se le murió su perro o su mama.

Alguien que pudo haber tenido el peor día de su vida y con un chiste de lo más estúpido puedes cambiarle su día, por un momento de ese día de mierda esa persona vuelve en si para dejar de lado por un momento esos momentos malos. Ese día me fue bien, estaba gente conocida, gente desconocida, y una sensación indescriptible después de soltar una rutina que no he vuelto a decir y que, sin embargo, marco el camino para hacer lo que mas me gusta en esta perra vida.

No tengo idea si soy bueno o malo por que no soy nadie para definir eso, pero lo que me hace sentir estar arriba del escenario y lo que puedo generar hace que valga la pena el estrés de antes de subirme, los cigarros que me he fumado y toda la orina que he generado.