| Mi Primera Vez | Edgar Pilón
- Yayo Uribe
- 13 sept 2019
- 2 Min. de lectura
Una persona busca encontrar nuevas pasiones; sensaciones distintas a las que vive con el paso de los monótonos días; retos complejos y distracciones que sirvan despejar los pensamientos. Esto es lo que mi mente y yo buscábamos durante esa pequeña etapa de depresión. Regresemos tiempo antes, una tarde de sábado mientras scrolleaba Facebook, me encontré con un video de Ricardo O’farrill, recuerdo haberme doblado de risa y en ese momento, pasó por mi mente un:
“Tengo que hacer eso”.
Me enteré que venía Daniel Sosa, otro afamado comediante, al final del show salieron de él, unas palabras que jamás se me van a olvidar: “si les gusta algo, inténtenlo, si no son buenos, no se van a quedar con esa espinita de que no lo intentaron”. Llegando al hogar de en ese entonces mi chica, la relación entro en un “tiempo”.
Caí en un lapso de depresión por cuestiones personales, amorosas y escolares, y durante la madrugada del 10 de noviembre del 2017, recordé lo vivo que me había echo sentir la comedia al encontrarme un vídeo en YouTube. Descubrí que había un micrófono abierto en la cuidad de Queretaro (La Caja Popular, lugar de donde pasó cada fin de semana). Decidí pedirle a mi mejor amigo que me acompañara, el próximo jueves. Así fue cómo llegó el día, arribe al lugar, me anoté en la tan preciada lista, me subí y solo esos 4 minutos bastaron para jamás querer bajarme.
Mi primera vez sobre un escenario, simplemente no se puede describir, hubo risas y uno que otro aplauso, las semanas consiguientes nadie en la sala de reía, todo el mundo se preguntaba el por qué yo lo seguía haciendo, si no provocaba ni una sola risa en el público, pero lo que ellos no sabían, es que solo pensaba en mi y en lo vivo que me sentía durante esos 5min. La comedia queretana tiene es conocida por ser muy unida, afortunadamente, me fueron arropando y aconsejando dentro del gremio. Hoy por hoy, puedo decir que sin mis colegas queretanos, no sería quien soy arriba de un escenario. Y a la comedia, le debo la vida.







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