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La noche en la que un chiste me dolió | Paul |

Actualizado: 2 ene 2022

Era de noche en el convento y yo venía de ponerme una desvelada de día y medio cuidando a un familiar - para ser específico mi papá - enfermo.


Yo había renunciado a todo, todísimo por estar ahí. Y unas monjas tuvieron a bien darnos un lugar donde dormir a mi madre, mi hermana y a mí después de terminar los turnos exhaustivos de cuidar a mi padre hasta del aire.


Recuerdo muy bien esa noche, estaba cenando junto a otras inquilinas y se prendió la tele para amenizar la cena. Sin que las monjas se dieran cuenta, se colaban las cortinillas de “La Hora Pico” y ahí estaba: Un sketch de un hospital con una persona convaleciente, conectada a intravenosas y respiradores. Pasaba de todo, al infeliz lo desconectaban por error cada 10 segundos y predominaba el humor negro y los albures nivel secundaria de gobierno que la mayoría hemos versado al momento de “sacar el barrio”.


¿Qué les puedo decir de ese momento?

Que me dolió… Y un chingo. En primer lugar la insensibilidad de quienes miraban el programa conmigo y se reían con desparpajo y claro que sí, me dolió la insensibilidad del mundo para reírse de algo tan serio y complejo como la postración humana.


Esa misma noche inició una de las pláticas más interesantes que llevo conmigo mismo. Analizando los chistes de aquella noche, la mayoría tenía una víctima y un claro victimario. Había chistes de personas en situación de calle, de bajo capital cultural, drogadicción, pobreza, madres solteras y un infinito etcétera.


¿Qué hacer? ¿Dejar de consumir comedia? ¿Comedia inofensiva? ¿Según quién? ¿Bromear con solo lo que a mí me aqueja?


Ese día un chiste me hizo sentir dolor, literal mi corazón sintió el golpe. El chiste me hizo sentir solo, me hizo sentir asco saber que la gente sana y privilegiada que estaba allá afuera solo sentía risa por lo que nos pasaba a mí y a mi familia. El chiste me hizo pensar en todas las personas de las que el programa se había reído, en que su sufrimiento podría ser hasta peor que el mío. Personas en las que no había pensado hasta ese día.


Ese día un chiste genérico de televisión abierta, tocó una herida en mí que todavía no cierra y de paso, me hizo descubrir la empatía a mis 25 años.


¿Afectó esto la comedia que hace quién les escribe este mensaje? Definitivamente.


¿Hago chistes para que todos tengamos un momento de claridad? Dios no, ojalá fuera así de talentoso.


¿Cuál es la conclusión de todo esto? Cada quien debería desarrollarla complementando con sus experiencias personales. Siento que es algo que el comediante debe debatir, al menos internamente, todo el tiempo.


Les mando un abrazo y esta ínfima parte de mi vida a todos los que leyeron este texto.


Paul

Foto by: J. A López Mendicuti

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