La Gata Blanca

Antes de que llegara Lucifer (El gato negro) a mi vida me invitaron a pasar un día a una casa que poco a poco se convirtió en mi hogar. En esa casa habitaba ya una pequeña y bella gata blanca.

Cuando menos lo pensaba ya estaba sentada en mis piernas dejando que la acariciara, lamiendo mis dedos y sin darme cuenta aún, curando mis heridas.

La fui conociendo poco a poco, descubriendo su comportamiento y su forma de hablar con los ojos. Obstinada y sentida de vez en cuando, pero la reina de la casa todos los días. Algunos días más terca que otros, pero siempre dando su amor entre mordidas y lamidas.

A veces me siento a platicar con ella y sé que me escucha, lo noto en sus ojos, en sus parpadeos. Ella sabe cuando la estoy regañando y cuando le estoy diciendo cosas bonitas. Ella sabe cuándo la amo y cuándo necesito que duerma a mi lado o en mis pies.

Lastimosamente aún no logro entender su relación Amor/Mucho odio con Lucifer.

Desde el primer día que llegó no dejó de hacer ruidos parecidos al de una serpiente enojada, y el otro menso solo huía, buscando un espacio oscuro y pequeño para hacerse bolita. Poco a poco dejó de gritarle que lo odiaba y comenzó a darle uno que otro zape humillante.

Para cuando escribo esto lo mas probable es que ella se encuentre al asecho de Lucifer esperando que salga de su escondite (la estufa) para darle su dosis de amor & odio.

Para cuando escribo esto aún no se cómo hacer para que convivan más de 1 hora juntos. Pero no los culpo, los entiendo. Ella es blanca. Él es la oscuridad. Son el uno para el otro. Son su propia dualidad reflejada en los ojos y sentidos del otro.

Juntos son paz y caos. Son mágicos. Son bellos.

Son gatos.