Crónicas de pandemia |Luis Romero|
- Yayo Uribe
- 9 ene 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 22 oct 2022
Son las 01:57 am del 31 de diciembre del 2020 y tú y yo nos encontramos de nuevo.
¿Sabes?
Estamos a menos de veinticuatro horas de que se acabe este año, considerado el peor de la era moderna. O al menos uno de los peores. Eso es lo que he visto que dicen algunos. Sobre todo en las redes sociales, que se llenan de personas pidiendo por favor que ya se ACABE ESTE AÑO DE MIERDA, POR FAVOR, YA VETE VEINTE VEINTE, PINCHE AÑO CULERO, HORRIBLE. VETE. YA NADIE TE QUIERE. USCALE, PERRO. SÁQUESE.
¿Cuántas cosas se quedaron sin un final?
¿Cuántas se quedaron pausadas?
¿Cuántas ni siquiera pudieron empezar?
¿Te pasó algo de eso?
-Seguro fue por la pandemia, ¿verdad?
Dice mi abuelita cuando se entera de que algún conocido falleció. Lo dice así, porque no se le queda grabada la palabra COVID
-Seguro se enfermó de pandemia.
En lo que va de diciembre perdí a dos familiares directos y uno político. Una gran amiga y otro familiar, si le sumamos los que se fueron unos meses antes. ¿Habrán dejado ellos algo sin final, pausado o sin empezar?
De manera personal podría decir que hasta este momento, yo tengo algo sin final, pausado y sin empezar. De hecho son varias cosas, y algunas de ellas entran en más de una categoría. Y es que cuando inició el 2020, todo pintaba de maravilla. Todo parecía ir viento en popa porque el 19 cerró de una manera bastante decente. Es imposible no hacerse de expectativas al decir, una vez más, "Este año es mi año", ¿no crees?
¿Pero y si sí lo fue?
Conozco quien dice que este ha sido de sus peores años, pero también a quien opina lo contrario, que es uno de los mejores. Supongo que se vale sentirse así. Yo tengo dos personas en casa con las que nunca había pasado tanto tiempo, y lo peor es que en mis planes no estaba hacerlo... quizá nunca. Fue un gran año, porque nos terminamos de conocer. Les cociné, jugué y hablé con ellos más de lo que creía que podía hacer. Los amé y odié. Los quise a mi lado para siempre y luego lo más lejos posible y no verlos jamás... a veces con minutos de diferencia. Lo malo de todo esto es que yo ya me acostumbré, y ahora no sé si quiero que eso cambie. Deberías ver lo bien que me veo con mi mandil, terminando de lavar los traste de la comida mientras dejo que el pan de elote que acabo de sacar del horno se enfríe para cenar.
Muchos quieren que se termine el año. ¿Pero te has puesto a pensar en los que no quieren que acabe? ¿Qué hay de aquél triste ser que lleva una racha de derrotas desde hace varias vueltas al sol? ¿Qué piensa ese cruz azul hecho persona que en el pasado había tenido un año nefasto y luego este resultó ser aún peor, y que ya no sabe cómo recibir otro "primero de enero"? ¿Podrá volver a colgar un calendario en blanco, gordo y lleno de días, y sentirse entusiasmado por ver como con el pasar de los soles sobre su cabeza, las hojas con santorales, datos curiosos, efemérides y una que otra receta se van yendo a la basura junto con sus fuerzas y pretextos para decir "mañana será otro día"?
Cuando llegaba a salir de fiesta en la prepa, mi papá me decía "Si se arman los chingadazos, recuerda que también corriendo se gana". Alguna vez un tío le dijo a sus único sobrino "Huye... huye lejos, y nunca regreses". Alguna vez un poeta soltó con voz aguardientosa "Vete ya si no encuentras motivo[...]¿para qué continuar?".
(entendiste las referencias, ¿verdad?)
Creo que a veces se vale rendirse. A veces, hay que detenerse a evaluar la situación, catalogarla como una causa perdida, si es que ya lo es, y dejarla por la paz. Porque también se vale guardarte esas fuerzas que te inspiraban para no decepcionar a nadie, y usarlas para aferrarte a tu cobija, refugiarte debajo de ella, y llorar. También se vale echarle ganas a estar triste. Porque sólo cuando conoces la verdadera oscuridad es que puedes distinguir el mínimo rayo de luz en el camino.
Pero bueno... ya perdimos mucho tiempo aquí. Aún es de noche y el camino es peligroso. Para nuestra buena fortuna, traigo una caja con cerillos, y te toca decidir si los usamos para ver por dónde vamos, o para encender una fogata y seguir platicando. Si quieres hasta que amanezca. Lo importante no es lo que viene; lo importante es que sepas que voy a estar contigo, pase lo que pase.
Dame la mano.
Vamos a estar bien.







Comentarios